martes, 27 de septiembre de 2011

Dame algo para recordar


En realidad aún no tengo la suerte de ser padre, pero si el de ser hijo, y tengo que decir que mi niñez fue bastante divertida, tengo muchos recuerdos agradables, y pocos desagradables, en casa no teníamos demasiadas cosas para jugar, pero si tuvimos bicicletas, pelotas y lo máximo de lo máximo el Nintendo. Nos pasábamos las tardes corriendo  por todos lados, molestando al vecino, a la madre del vecino y hasta al perro del vecino, que en esa época no era un caniche molesto  con pedigrí, que por cierto creo que come mejor que yo.

Nos subíamos a los árboles; nos caíamos de los árboles, nos raspábamos las rodillas religiosamente por lo menos una vez por semana, nos ponían mercuro cromo con sulfa para la herida, “naipori curita” nos rompíamos la cabeza de vez en cuando, comparábamos alcancías (cicatrices en la cabeza)  con los demás mita’is del barrio, nos hamacábamos en el parquecito hasta vomitar, nos trompeábamos de vez en cuando con el vecino, quien al día siguiente volvía a ser amigo nuestro,  jugábamos polibandi, tuka’e cañy, la bruja de los colores, metegol, 25, arco a arco, penales, curtú, trompo, casita robada, terminábamos transpirados, teñidos de rojo por la arena de la canchita, con la ropa destrozada y una sonrisa de oreja a oreja… en fin… la pasábamos de maravilla y sin muchas cosas.
Y la verdad que me parece un poco triste observar a muchos hijos de conocidos y amigos encerrados en la casa, con la niñera electrónica encendida por ocho horas, por miedo de los padres a lo que podría pasarles afuera, la verdad que yo no los culpo, pero me gustaría que esta generación de niños, tenga una niñez, por lo menos  la mitad de divertida de lo que fue la mía.
Yo corría, sudaba, reía y hasta sangraba todos los días, saboreando cada instante que quedaba plasmado en mi memoria, el dolor de una raspadura, el cansancio de las piernas al no poder correr más, el olor a vereda regada a pasto recién cortado, el color de la arena roja y del atardecer, la emoción de chutar la pelota y meter un gol, saboreaba cada taza de chocolate como la más deliciosa del mundo, todos estos son recuerdos imborrables, y son solamente míos.
Les doy una idea, pueden tomarla o dejarla, eliminen la niñera por unas horas a la semana, y denle a sus hijos algo para recordar, aire nuevo, algún césped verde que pisar, por más que quede lejos de su casa, este es el consejo del hijo de alguien, no de un padre.
Chau.

2 comentarios:

  1. sta bonito.... pero kita las palabras de confirmacion las captcha por que eso aburre y de seguro por eos noadie comenta

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  2. Gracias por las sugerencias, me gustaria que fueses un poco más especifica.

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