domingo, 20 de febrero de 2011
Victimas de los padres
Les voy a hablar de una experiencia que tuve ayer en el ómnibus, una señora con su pequeño hijo iban en un asiento doble frente al mío, el niño comiendo un paquete de papas fritas y preguntando de todo a su madre, como hacen los niños a su edad (4-5 años), absorbiendo todos los conocimientos que su madre emanaba, luego él termina de comer las papas y le da el pequeño paquete amarillo a su madre. Yo observaba atentamente lo que ella hacía, en mi mente ya imaginaba a esta señora tirando el envoltorio a la calle por la ventana del ómnibus, pero para mi sorpresa ella dobla cuidadosamente el envoltorio ante mi mirada atónita y la atenta mirada de su pequeño hijo, y la guarda dentro de otra bolsa de hule que traía. Me brotó una pequeña sonrisa, involuntaria quizás, por un sentimiento de esperanza hacia esta sociedad tan golpeada por la necesidad y la ignorancia. Pero solo para destrozar toda mueca de felicidad en mi rostro y transformarla en una mirada de "Casi odio", segundos después, cuando esta señora, toma las dos bolsas, las dobla y las arroja por la ventana, una vez más ante la mirada de su hijo que ahora estaba tomando un jugo en caja.
No pude evitar sentir rechazo ante este acto quizás insignificante; me pregunté si me habría molestado menos si ella hubiese tirado directamente los envoltorios a la calle, en lugar de hacer el inútil acto protocolar de doblarlos y después arrojarlos.
A mí me parece; no, no me parece, yo estoy seguro que el concepto de servicio público está lejos de ser comprendido por nuestros ciudadanos. ¿Será que en algún momento esta persona se detuvo a pensar que es ella la que paga para que las calles se mantengan limpias?, que ese dinero “en teoría” podría ser usado para mejores cosas como hacer más viaductos que disminuirían considerablemente el tiempo que ella tarda en llegar a su trabajo.
Pero bueno, muy aparte de todo esto, a parte del acto de ensuciar las calles y el costo a los ciudadanos, hay un costo mucho mayor, pero no me di cuenta de ello sino cinco minutos más tarde, cuando el niño termina de tomar el jugo, y emulando la conducta de la madre y ante su mirada consentidora, arroja la cajita de tetrapak a la calle.
¿Cómo es una doble decepción?
Pobre niño, pensé, víctima de la ignorancia de su madre y de una sociedad que calla ante esta clase de conductas.
¿Sobre quién debe caer la responsabilidad de educar a los niños? Para mi resulta más que evidente que esta clase de cosas se aprenden con el ejemplo, ¿tendríamos que educar a los padres?...
Mierda! No hay cosa más difícil que educar a alguien que cree que lo sabe todo.
Ni modo, me parece que habría que educar a los chicos y esperar 15 años para que se forme una generación de adultos conscientes.
Más vale empezar ahora, ¿no les parece?
DEMOS EL EJEMPLO, NO SEAMOS PUERCOS!!!!
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cierto, no hay nada más difícil que educar a alguien que cree saberlo todo. bien ahí el post, bastante catárquico y acertado.
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